El inicio de los bombardeos de Israel sobre Irán ha sacudido al mercado global del petróleo, haciendo temer lo que los expertos describen como una inminente escalada de precios. En Bolivia, país altamente dependiente de la importación de combustibles líquidos, el impacto se siente de inmediato, en medio de una crisis interna de abastecimiento que ya golpea con fuerza a regiones como Potosí.
“La crisis energética del país puede agravarse aún más. El Gobierno tendrá que decidir si sigue subvencionando como hasta ahora o si ajusta precios, con todas las implicaciones sociales que eso conlleva”, alertó el analista energético Álvaro Ríos.
Las cotizaciones del crudo escalaron más de 4% en las primeras operaciones del lunes, reflejando la tensión geopolítica en corredores estratégicos como el estrecho de Ormuz, por donde transita una quinta parte del petróleo mundial. El barril de crudo WTI subió un 2,53% y se ubicó en los 75,71 dólares. El pico alcanzado asciende a 77 dólares. Por su parte, el Brent trepó un 2,42%, cerró en 78,87 dólares y quedó cerca del máximo intradiario de 81 dólares, su nivel más alto en seis meses.
Transportistas en emergencia
Mientras tanto, en Bolivia, las filas en las estaciones de servicio no disminuyen. En Potosí, los conductores duermen en sus vehículos esperando combustible, una escena que refleja una escasez crónica que ahora podría agravarse.
“La situación es insostenible. Los compañeros están sacrificando su salud, sus ingresos y a sus familias. No hay gasolina en los municipios, y lo poco que llega no cubre la demanda”, denunció Víctor Sánchez, dirigente de la Federación Departamental de Transporte Libre.
Sánchez también cuestionó que, si bien llegan cisternas desde Arica y Paraguay, estas no abastecen lo necesario. “Nos dicen que se va a regularizar, pero no hay resultados”, lamentó.
Controles y racionamiento
Para contener la crisis, en algunos municipios como Trinidad, Beni, se activaron controles en los surtidores. Por instrucción del alcalde Cristhian Cámara, se aplica el racionamiento por número de cédula de identidad y se trabaja en coordinación con la ANH y la Policía Boliviana para evitar el agio y asegurar un reparto más equitativo.
Pero la raíz del problema va más allá de la logística local. Bolivia importa más del 70 % de los combustibles que consume, y lo hace a precios internacionales, para luego venderlos a pérdida en el mercado interno a través de un sistema de subvención estatal.
Con los precios del petróleo en alza por el conflicto en Medio Oriente, el costo de mantener esa subvención se disparará. “La crisis energética del país puede agravarse aún más. El Gobierno tendrá que decidir si sigue subvencionando como hasta ahora o si ajusta precios, con todas las implicaciones sociales que eso conlleva”, alertó Ríos.
El desenlace del conflicto entre Irán e Israel es todavía incierto, pero el mercado petrolero ya reacciona con volatilidad. La respuesta iraní a los bombardeos podría escalar, afectando aún más el flujo de crudo desde la región. Para países como Bolivia, sin producción suficiente y en medio de tensiones internas por el desabastecimiento, el panorama es especialmente delicado.