Por Helen San Román
En las elecciones presidenciales de Bolivia celebradas el 17 de agosto de 2025, el candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Rodrigo Paz, sorprendió al liderar la primera vuelta con el 31,6% de los votos, según datos de Red Uno. Le siguió el expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, de la coalición Libre, con el 27,1%, mientras que Samuel Doria Medina, de la alianza Unidad, obtuvo el 19,5%.
Estas cifras contrastan con las proyecciones previas de diversas encuestadoras y medios de comunicación. Por ejemplo, Ipsos-Ciesmori había reportado en su última encuesta una intención de voto del 21,2% para Doria Medina y del 20% para Quiroga, sin incluir a Paz entre los principales contendientes.
Asimismo, encuestas de El Deber y Captura Consulting también ubicaban a Doria Medina y Quiroga en posiciones destacadas, sin prever la ascensión de Paz.
El resultado electoral refleja una tendencia hacia el centro-derecha, con Paz y Quiroga avanzando a la segunda vuelta programada para el 19 de octubre. Por otro lado, el Movimiento al Socialismo (MAS), que dominó la política boliviana durante casi dos décadas, sufrió una derrota histórica, con su candidato Eduardo del Castillo obteniendo solo el 3,2% de los votos.
Este desenlace pone en evidencia la limitada capacidad de las encuestas para anticipar los resultados electorales, especialmente en un contexto de alta volatilidad política y económica en Bolivia. El expresidente Evo Morales había señalado en varias ocasiones que las encuestas privadas estaban “al servicio de la derecha y de intereses empresariales”.
A pesar de sus llamados a anular los votos y su campaña por el voto nulo, los resultados de las urnas determinaron la verdadera preferencia de los votantes, dejando nuevamente en evidencia la limitada capacidad de las encuestas para anticipar resultados electorales.