sábado, julio 26, 2025
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Santa Cruz enfrenta escasez de garrafas y largas filas por GLP

En medio del tumulto de gente, un hombre canoso, de camiseta sin mangas y short, empuja dos cilindros de gas con ambas manos. Sin quererlo, este personaje anónimo que ilustra este reporte refleja la frustración que sienten los habitantes de la ciudad de los anillos ante la falta de GLP. Tiene la cabeza agachada, no por timidez, sino por el peso —físico y simbólico— de lo que esa garrafa representa hoy: cocinar, hervir agua, mantener el día a día. Esas cosas básicas se han vuelto un lujo, porque algunas personas deben esperar hasta tres días para poder comprar este producto.

De esta forma, el Gas Licuado de Petróleo (GLP) se suma a la lista de carburantes, como la gasolina y el diésel, por los que la gente debe hacer varias horas de fila. En tanto, desde la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) aseguran que solo en Santa Cruz se amplió la distribución de este producto, llegando a 48.639 garrafas, impulsado por una mayor demanda debido a las bajas temperaturas.

No obstante, la persona que aparece en este reporte no es la única que padece por la búsqueda de gas. A su lado, otros usuarios revisan sus teléfonos o simplemente miran al vacío. Algunos llegaron antes del amanecer; otros repiten esta rutina por tercer día consecutivo y pagan entre Bs 35 y Bs 50 por cilindro, como pudo constatar el equipo periodístico de EL DEBER.

En Santa Cruz, conseguir una garrafa de gas se ha vuelto como juego de resistencia. Desde el Plan 3.000 y la Villa Primero de Mayo, decenas de personas llegan en toritos hasta la avenida Santos Dumont, entre sexto y séptimo anillo. La escena se repite cada mañana: una fila de cuerpos cansados y cilindros oxidados se extiende por varias cuadras.

El precio oficial de este producto es de Bs 22,50, pero en algunas tiendas del barrio, ante la desesperación, la garrafa llega a costar hasta Bs 35 o más y nadie reclama. 

En el cuarto anillo entre la Mutualista y la avenida Paragua, la situación no es mejor. Filas de vehículos se extienden por más de dos cuadras. En cada auto hay hasta tres cilindros, y la espera puede tomar varias horas. “Abrimos temprano, pero los camiones que nos traen las garrafas no tienen diésel para circular”, explica la encargada de una distribuidora.

La mujer detalla que por este motivo el abastecimiento se interrumpe desde la raíz: no hay diésel para mover los camiones.

En medio del caos, historias como la de Silvia y Andrés muestran el calvario que sufre la gente. “Buscamos tres días seguidos y no encontrábamos en ningún lado. Nos dijeron que vayamos al centro, pero todo está copado”, cuentan. Lograron comprar una garrafa ayer, pero no saben qué pasará cuando esa se acabe.

En la actualidad las distribuidoras enfrentan un cuello de botella silencioso: las garrafas disponibles no alcanzan. “Salimos con 1.000 cilindros y volvemos con 400 que estan golpeados, oxidados o con fuga”, revela un operador. La falta de reposición por parte de YPFB agrava el problema. 

No es el GLP lo que escasea —insisten—, es el envase para contenerlo. “No hay garrafas nuevas y las viejas ya no aguantan”, lamenta una distribuidora. Algunas están tan deterioradas que deben descartarse, pero no hay reemplazo. Así ciclo de distribución se tranca.

Postura de la ANH

El discurso oficial insiste en que no hay escasez. En declaraciones de un medio televisivo, la directora distrital de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Lesly Lanza, asegura que los despachos diarios en el departamento superan las 40.000 unidades, cifra considerada dentro del promedio regular.

Según la autoridad, en solo un día se reportó que el engarrafado alcanzó las 48.639 garrafas, una cantidad que incluso suele incrementarse en jornadas de bajas temperaturas, cuando la demanda tiende a subir.

El promedio normal de engarrafado es de 40.000 garrafas por día. Debido a la época de invierno se está engarrafando un número mayor. Aclarar que hoy no se tuvieron reportes de filas en plantas distribuidoras”, indicó Lanza.

La funcionaria también recordó que los camiones distribuidores y los puntos de venta autorizados emiten facturas con el precio regulado. Sin embargo, advirtió que esta situación no se da en tiendas de barrio, donde la venta no está permitida.

GLP cotizado en Perú

EL DEBER visitó la feria internacional de frontera en Desaguadero, entre Perú y Bolivia, donde se constató que en casi todas las tiendas del lado peruano se comercializa gas licuado de petróleo (GLP) de origen boliviano.
Según relataron varios consumidores, la garrafa peruana de GLP cuesta alrededor de 35 soles, pero su duración es menor en comparación con la garrafa boliviana, lo que ha generado una alta demanda por el producto proveniente de Bolivia.

“Ahora hay harto gas boliviano, por eso ha bajado el precio”, comentó un vecino peruano consultado en el lugar.
Hasta hace un mes, la garrafa de gas licuado de origen boliviano se la comercializaba en 35 soles, al cambio en bolivianos a Bs 135. Pero, debido a que el índice de comercializadores que llevan garrafas con gas licuado al Perú se ha incrementado, ahora se lo comercializa entre los 20 a 26 soles, es decir, a Bs 80 o 94.

Filas y muerte

A las colas por GLP, gasolina y diésel, se suma un hecho trágico. Orlando Torrico, un chofer de 54 años que acababa de llegar desde Buenos Aires, falleció mientras esperaba su turno para cargar diésel. El hecho ocurrió la mañana del martes, en una estación de servicio donde hacía fila desde temprano junto a otros colegas de la flota Quirquincho.

El caso de Torrico, representa el extremo del drama que atraviesan miles de transportistas que deben esperar hasta tres días para abastecerse de diésel, según denuncias del sector. A menudo deben dormir en sus vehículos, sin acceso a baños, agua o alimentación adecuada.

En ciudades como La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, las filas de camiones y flotas se extienden por kilómetros. La situación afecta especialmente a los transportistas de carga internacional, que han reportado que el flujo de carga se cayó hasta un 90%.

El gobierno, por su parte, ha admitido dificultades para garantizar el suministro. El presidente Luis Arce afirmó recientemente que no puede asegurar el abastecimiento mientras no se aprueben nuevos créditos. 

“Nosotros vamos a seguir haciendo esfuerzos, pero no podemos garantizar el combustible mientras no haya el financiamiento necesario”, dijo el mandatario, la anterior semana.

Según dirigentes del sector, actualmente solo el 20% al 30% del parque automotor de transporte está en operación.

Fuente: EL DEBER

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